Miles de personas huyeron el jueves de la pequeña ciudad agrícola de Lorca por temor a remezones intensos un día después que los terremotos más mortíferos en 55 años mataron a nueve personas y causaron extensos daños.
Lorca quedó transformada en un pueblo fantasma del que salía una nutrida caravana de vehículos con muchos de sus 90.000 residentes a ciudades y pueblos cercanos para alojarse con familiares.
Los comercios, los restaurantes y las escuelas estaban cerrados mientras resonaban las sirenas de los vehículos policiales, y las ambulancias y helicópteros sobrevolaban el lugar.
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