Medardo Ávila Vázquez es pediatra, Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud de Médicos de Pueblos Fumigados. Fue el perito quien constató la presencia de glifosato y otros plaguicidas en las muestras de agua de tres barrios en la ciudad de Pergamino.
El Juez Federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo ordenó a la Intendencia a la intendencia suspender las fumigaciones aéreas a 3 mil metros, entre el cultivo y el área urbana, y 1095 metros en las aplicaciones terrestres.
Como entrerrianos, es una temática que debería preocuparnos. En diálogo con Radio 9, Vázquez asegura que el modelo de agricultura de semillas transgénicas, que se utiliza hace más de 15 años “ha llevado a que año a año, los productores tienen que aplicar mayor cantidad de agroquímicos en su lote por hectárea. El glifosato, empezó usándose 3 litros por año por hectárea. Actualmente, estamos entre los 12 y 14 litros por año en la misma hectárea”.
Las empresas químicas aumentan, año a año, un 10, 12 y hasta un 15% sus ganancias; lo que significa un mismo porcentaje el crecimiento de contaminación: más carga de agroquímicos en el ambiente.
“Así es que encontramos que en muchos pueblos y ciudades las napas subterráneas de agua están contaminadas con el agroquímico que se está aplicando arriba y en el agua que se distribuye en las ciudades o en los pueblos”.
Medardo Ávila Vázquez – Pediatra, Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud de Médicos de Pueblos Fumigados
Medardo cuenta que, en el caso de Pergamino detectaron en todos los pozos de la ciudad glifosato, atrazina y clorpirifos, entre otras y en pequeñas cantidades. Pero, sumando esas pequeñas cantidades, todos los días generan un daño muy grave en la salud de niños o mujeres embarazadas.
“Se puede producir de otra manera. Es posible”, dice el Pediatra. Existen campos con cultivos extensivos donde hay más de 100 mil hectáreas, en nuestro país, de cultivos agroecológicos.
“Los productores gastan mucho menos, porque hoy en día está cerca de 40% de costo por los agroquímicos. Se ahorran todo ese gasto en químicos y a la vez se produce un grano que en el marco mundial vale 10% más”
Medardo Ávila Vázquez – Pediatra, Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud de Médicos de Pueblos Fumigados
El maíz, el trigo y la soja orgánica con productos muy demandados en el mercado mundial, pero aún no existen los números suficientes de productores que generen la cantidad necesaria para cubrir esa demanda.
Falacia ecológica
Los químicos tienen una función básica: impedir que las malezas e insectos se acerquen al lote. Es una guerra química contra la naturaleza.
Pero la naturaleza se va adaptando: las malezas y los yuyos van sobreviviendo. Aquellos que logran resistir a la dosis de glifosato anual, en la próxima temporada se produce una cantidad de yuyos resistentes al químico usado el año anterior. Lo mismo sucede con los insectos.
Lo que sucede entonces, es que se aplica mayor cantidad de producto químico, “no es un tema de buenas prácticas o malas prácticas. El modelo lo lleva a los productores a usar cantidades crecientes de agrotóxicos”, dice Vázquez.
Otro problema que se presenta es la manera de aplicación del producto químico: “según la información científica […] el 10 o el 15%, cuando las pulverizaciones aéreas quedan en el lote. Hay una deriva incontrolable”.
“La gente que vive en Entre Ríos o en Córdoba, la carga de posición que tienen ellos es de 40, 50 o 60 litros por persona por año”
Medardo Ávila Vázquez – Pediatra, Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud de Médicos de Pueblos Fumigados
