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Las cordilleras mentales

Por Hugo Barreto

Un grupo de empresarios de la ciudad tuvieron la feliz idea de invitar a dar una conferencia motivacional a uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes.

Roy Harvey uno de los 16 sobrevivientes de un total de 51 pasajeros que viajaban en el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que los trasladaba a Chile, conmovió con su relato a un colmado auditorio que completo las butacas del lugar.

El conferencista logró con sus palabras que en la sala haya un absoluto silencio cuando con su detallada crónica nos relataba cada una de las vivencias que le toco vivir al grupo. Sinceramente escucharlo en primera persona, el relato te llega mucho más.

Recrear la escena a través de sus palabras conmovían hasta el mas duro de los corazones, el caos que fue el momento en que el avión se estrella, las butacas que se desprendían de su lugar y que por fuerza de la inercia y desaceleración aplastaban unos a otros, salir del fuselaje, observar desde afuera esa dantesca y terrorífica imagen fue reconstruida en cada una de las mentes de los que lo estábamos escuchando.

Imposible no conmoverse con cada una de las vicisitudes por las que tuvieron que pasar a lo largo de esos 72 días en plena cordillera de Los Andes.

Como hombre de la comunicación y especialmente de la radio, no puedo dejar pasar el detalle que Roy con sus 20 años y mínimos conocimientos técnicos, a quien sus compañeros lo denominaron el ingeniero, con simples elementos rudimentarios y acordándose lo que le habían comentado alguna vez de como potenciar la antena de una simple radio, logró que puedan sintonizar una emisora y escuchar que los estaban buscando. Sin saber esos locutores con sus voces vaya a saber desde que estudio, le estaban dando esperanzas a esos sobrevivientes, y escuchando esas noticias para ellos, solo era cuestión de horas que los estarían rescatando.

Pensaron que el mundo se detendría y pondría todo para encontrarlos, pero como dice Roy eso no fue así, “el mundo siguió andando”, la vida continuó con su curso.

Fue la misma radio los que los sumió en la desesperación cuando escucharon a esas voces, que irónicamente desde una radio uruguaya que habían logrado sintonizar, decían que la búsqueda había cesado. Que esperarían al mes de enero con un clima favorable para ir a rescatar los cuerpos de las víctimas. Sus compatriotas los daban por muertos a todos. Eso los llevó a un estado de desesperación, angustia, bronca y miedo porque pensaron que todo se terminaba allí.

La radio, palabras viajeras con mensajes de esperanza o desazón.

Lo de Roy Harvey en la calurosa noche uruguayense fue un seminario intensivo de supervivencia, de mostrarnos el horror de una tragedia como es estrellarse con un avión en una montaña y días después quedar sepultados debajo de la nieve por un alud, dejándolos literalmente enterrados en la nieve con más muertos aún y el instinto de superación. Que de allí iban a salir vivos.

La Fe fue un factor preponderante, no pude resistir de preguntarle que sintió él en el medio de la nada, rodeado de muertos y dolor, cerca del cielo, cuando rezaban el rosario. Si realmente había sentido la presencia de Dios o de alguna energía que se percibiera. “Lo único que teníamos, era aferrarnos a Dios” me contestó. “Rezábamos con una fuerza y pasión increíbles, porque le pedíamos a Él que nos sacara de allí”.

La proeza realizada por Nando Parrado y Roberto Canessa para quienes creemos en Dios, el universo o como quieras llamarlo, nos convencemos que lo que hicieron con un equipamiento que ni siquiera se le puede llamar básico, lo pudieron hacer porque tuvieron la protección de algo que les dio la energía necesaria para lograr lo imposible.

Es allí donde aparece la radio nuevamente, porque esas voces viajeras de locutores de una lejana emisora, les hicieron escuchar los apellidos Parrado y Canessa devolviendoles la esperanza de ser rescatados, porque si los nombraban era porque habían conseguido ayuda. “La radio, palabras viajeras con mensajes de esperanza o desazón”.

Vencer la alta montaña, vencer a la cordillera. Es justamente en esta última oración donde el conferencista se centra para ir cerrando su charla. Porque su alocución final fue un decálogo a la esperanza, una apuesta a la vida.

Nos invita a reflexionar que debemos vencer nuestras cordilleras mentales. Esas que no nos dejan avanzar y creer que todo lo que nos rodea no tiene camino de salida. Nos dice que tengamos Fe, que tal vez cuando logremos vencer la primera montaña y desde la altura solo observemos que hay mas montañas, no nos detengamos. Que cruzando la otra esta el arroyo que nos llevará al arriero. Que la ayuda llega. Que la salida a cada una de las situaciones por las que podamos estar pasando en nuestra vida tiene salida.

Fue contundente y claro en su mensaje cuando afirma que solo no se sale, que debemos abrazarnos con el otro, como lo hicieron ellos para no morir de frío. Que en la vida cotidiana debemos estar trabajando en equipo.

Hoy estamos sumidos en un mundo individualista, competitivo hasta en ámbitos intra familiares y que por ahí no es la cosa. Que no dejemos de disfrutar las cosas simples de la vida. Que tanta tecnología nos lleva a una conectividad vertiginosa, pero que el abrazo virtual, el emoticón cariñoso o el te quiero por WhatsApp nunca reemplazara al contacto humano. Al apretón de manos, al abrazo, al te quiero mirándose a los ojos. Que en los grupos de trabajo la manera de llegar al éxito es trabajando en equipo, uno apoyándose en el otro y viceversa, si ellos no hubiesen hecho eso en la montaña bajo el crudo invierno de las altas cumbres no hubiese quedado uno solo con vida.

Escuchando a Roy esa noche, me llevó a reflexionar sobre nuestras cordilleras mentales, cuantas veces hemos dicho estos es imposible, no se puede. Cuantos besos y abrazos dejé pasar de largo por estar inmerso en cosas que no me dejaron ver las cosas simples de la vida. Esas que siempre están allí, detrás de la cordillera.

Cuando digo las cosas simples me refiero a una buena charla de sobremesa con tu familia, tu esposa, tus hijos. Sentarte a la vera del río a recibir el regalo de la naturaleza y observar una salida de luna de color naranja que es simplemente conmovedora.

Nos invita a aprender a escuchar, que el otro tiene algo que contarnos. A saber perdonar la ofensa de un amigo. A que no todo pasa por el dinero, la lancha mejor que la de tu compañero, el viaje al exterior, o la casa más linda del barrio.

Roy Harvey quedo en este plano de la vida porque tiene asignado un propósito y es lo que vino hacer este viernes. Contarnos los 72 días que pasó rodeado de nieve y montaña donde su único objetivo era sobrevivir y que, como única imagen en su mente, tenía el recuentro con su familia en la vuelta a casa. Pero no solamente es eso, con el paso del tiempo se dio cuenta que la vida utilizó una cruel manera de enseñarle qué cosas y quienes son los importantes y esa lección aprendida la vino a compartir con nosotros.

Fue una muy buena noche, donde imagino que cada uno de los que salimos de la sala, nos fuimos motivados a empezar a escalar nuestras propias montañas de la cordillera que tenemos creadas en nuestra mente.

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