Los intocables de la India


India no solamente es la mayor democracia del mundo (como le gusta jactarse a la clase gobernante) sino que hace algunas semanas desbancó a China y se convirtió en el país más poblado del mundo con 1417 millones de habitantes contra los 1412 millones de chinos, que por primera vez en 60 años redujo su población en 850 mil personas según el último censo.
El 80% de la población es hindú (alrededor de 1000 millones de personas) aunque también hay presencia de cristianos, musulmanes, budistas, sijes y otras minorías. Budistas y Sijes son desprendimientos del hinduísmo.
El sijismo es una religión fundada por Gurú Nanak y se creó en el contexto del conflicto entre las doctrinas del hinduismo y el islam en el siglo XVI y XVII. El budismo se inicia con el príncipe Siddharta Gautama alrededor del siglo V a.C. Buda no es un dios, ni un mesías ni un profeta; Buddha es un título en los antiguos idiomas pali y sánscrito, cuyo significado es “el que ha despertado”. En ese despertar se trabaja por la erradicación definitiva de la insatisfacción y el sufrimiento.
Ambas religiones comparten la creencia de que todos los seres humanos somos iguales, por lo tanto, niegan el sistema de castas propio del hinduismo.
El hinduismo es una religión que tiene más de 30 millones de deidades, sin embargo se la considera una religión monoteísta. Aunque parezca una contradicción, los hindúes creen que hay un Dios supremo creador de todo en el universo (Brahma) y que cada manifestación de este, es una deidad en particular. Pero también las deidades varían de acuerdo a la región y han evolucionado a lo largo de la historia. Como occidentales tratar de explicar y entender las divinidades hindúes es una tarea comparable con contabilizar los granitos de arena de una playa.
Una de las creencias más antiguas (alrededor de 3000 años) es la estratificación social a través del sistema de castas. Esta organización divide a los hindúes en cuatro grupos jerárquicos que son representados por una parte del cuerpo de Brahma y cuyas actividades están simbólicamente relacionadas. Por ejemplo, los Brahmins son la casta superior compuesta por sacerdotes y profesores, y se identifican con la cabeza (pensamientos). Los Kshatriyas son los brazos (fuerza) y está compuesta por guerreros y gobernantes. Las piernas (movimiento) representan a los Vaishyas que son granjeros y comerciantes. Y los pies (la base) son los Shudras principalmente compuesto por obreros.
Existe además una quinta casta que no es simbolizada por ninguna parte del cuerpo a la que se denomina Dalit o Los Intocables. Estos constituyen entre un 15 y un 18% de la población india.
El estigma sigue a una persona Dalit desde su nacimiento hasta su muerte, afectando a todos los aspectos de su vida desde la educación, la vivienda, el trabajo, el acceso a la justicia y la participación en la política.
La infancia Dalit presenta signos de desnutrición y el 72% padece de anemia. Un alto porcentaje no asiste a la escuela o abandona los estudios después de la primaria y sólo una cuarta parte de los niños que viven en zonas rurales van al colegio. Afrontan habitualmente abuso verbal y físico por parte de sus profesores y compañeros; No pueden sentarse en los primeros pupitres de un aula ni se les permite comer, beber agua de la misma fuente o jugar con niños de otras castas. La deserción escolar representa un 70% por lo que los niños Dalit ingresan al mercado laboral desde los 8 o 9 años.
Los trabajos son los de mayor desgaste físico y peor remunerado. Un hombre adulto puede desempeñarse en tareas de limpieza de calles y letrinas, manipular basura en grandes volcaderos, derretirse en cosechas a merced de condiciones climáticas extremas o ser los encargados de incinerar los cadáveres antes de arrojarlos al río Ganges. Las jornadas laborales son en promedio de doce horas y el salario apenas alcanza para subsistir.
La mujer es aún más vulnerada. Niñas y adolescentes son subastadas para la prostitución dentro y fuera del país. Son víctimas de matrimonios acordados y según la Oficina Nacional de Registro de Crímenes de la India, 10 mujeres Dalit son violadas diariamente, cuyos autores gozan de total impunidad.
En general los miembros de esta casta están sometidos a vivir en viviendas precarias en los barrios más humildes de las grandes urbes y en el campo deben vivir como en una especie de Ghetto o aldeas sin relacionarse con personas de otras castas.
Se los conoce popularmente como Los Intocables debido a que muchas personas evitan el roce o contacto físico, o incluso no utilizan un utensilio o herramienta que haya sido tocado por un Dalit.
¿Cómo lograr la superación?
La ley india prohíbe el sistema de castas y cualquier estructura de dominación. Además, en los últimos años se han creado cupos laborales para esta y otras minorías como musulmanes o sijes.
Existen organizaciones que abogan por los derechos de estas personas impulsando programas de integración y educación. Hay miembros de esta casta que pese a todas las dificultades han logrado convertirse en profesionales (docentes, artistas e incluso políticos) y sirven como inspiración para las nuevas generaciones. Otros se acercan a iglesias cristianas y en el bautismo encuentran la puerta de salida de toda la discriminación sufrida.
Por ejemplo, una docente de esta casta tiene un salario considerablemente más bajo ante otro docente que desempeña las mismas tareas pero que ha nacido en una familia perteneciente a castas superiores. La docente Dalit tendrá grandes dificultades en encontrar reconocimiento entre sus colegas y a menudo son hostigados por alumnos de otras castas.
Desde nuestra perspectiva occidental nos cuesta pensar en jerarquizaciones sociales propias de la religión. Aunque si miramos a nuestro alrededor, encontraremos similitudes en las desigualdades, en los privilegios de unos pocos y en la impunidad del poder, aunque nada tengan que ver con el credo.