El chiste es conocido. El estudiante que va a examinarse y al preguntarle el profesor el tema quince, le responde: “Perdone, pero no me he podido preparar ese tema”. Dígame, entonces, el 45. “Lo siento, pero la verdad es que no me ha dado tiempo a llegar a ese tema”. El catedrático, tras algunas otras infructuosas tentativas, entre benévolo y bonachón, lo anima: “Bueno, vamos a ver, dígame el tema que mejor sepa…” Y ante el mutismo obstinado del alumno, le pregunta: “Pero, hombre de Dios, ¿se puede saber a qué ha venido Ud. a los exámenes?”… “¡Pues a ver si había suerte!”…
Hay gente ¿mucha gente?, que pasa su existencia dejándose vivir, escurriéndose de todo esfuerzo, sin arrimar jamás el hombro a nada; en simbiosis parasitaria con la familia, los amigos, o la sociedad; quejándose de todo y a todos; culpando a todo y a todos de las injusticias que la vida y la gente comete contra ellos… y esperando siempre “a ver si hay suerte”.03-05-2013 refleccion
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