Degradado, condenado a perpetua por violaciones a los derechos humanos, prisionero de un cuerpo atormentado por la falta de oxígeno y de un corazón que no marcaba el paso, así murió a los 85 años, Antonio Domingo Bussi, un hombre de ojos claros y mirada oscura, que un día se creyó Dios.
Bussi había sido internado el lunes en el Instituto Privado de Cardiología de Tucumán. El perito forense, enviado por la Justicia, determinó que su estado era muy grave e irreversible.
Bussi falleció a las 16.50 por problemas cardíacos, agravados por complicaciones renales y pulmonares.
“Hemos acordado con los médicos no hacerle tratamientos invasivos: no dializarlo ni ponerle respirador artificial, porque no tiene sentido extender la agonía.
Quedó en manos de Dios. Estamos toda la familia a su lado, acompañándolo”, había dicho su hijo, el legislador provincial Ricardo Bussi.
Fuente clarín.com.ar
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