“Estábamos sentados a la hora del almuerzo cuando mi hija casualmente mencionó que ella y su marido estaban pensando en “formar una familia”.
– Estamos haciendo una encuesta – bromeó – ¿Crees tú que debería tener un bebé?
– Te va a cambiar la vida – dije yo, manteniendo un tono neutral.
– Ya sé – dijo ella, – no más dormir el fin de semana, no más vacaciones espontáneas – pero no era a eso a lo que yo me refería.
Miré a mi hija, tratando de decidir qué decirle.
Quería contarle que las heridas físicas de tener un bebé sanarían, pero convertirse en madre le dejaría una herida emocional tan grande que la haría para siempre vulnerable…”15-03-2013 refleccion
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